PAOLO ROVERSI
Qué ocurre cuando el diseño de Poliform se encuentra con un maestro de la fotografía contemporánea? Cuando chocan dos universos, dos lenguajes, dos visiones del mundo: por un lado la de una empresa que está acostumbrada a trabajar con materiales, por otro la de un artista que escribe con luz… Descubrimos que los objetos tienen alma, y que la fotografía es capaz de captarla. El encuentro entre Poliform y Paolo Roversi dio lugar a una serie de imágenes que, a su vez, representan un encuentro, el de los modelos y los objetos del diseño. Retratos de una mujer y un mueble que cohabitan en el espacio, en una intimidad que parece un sueño.
Paolo Roversi es uno de los mejores fotógrafos de Italia, autor de imágenes que han pasado a la historia. Su terreno de acción privilegiado es la moda, y su talento la sublima a través de imágenes atemporales, en las que su firma estilística permanece siempre reconocible. Las sesiones de moda y los retratos de modelos y estilistas de Roversi se encuentran entre los más famosos de los últimos años, porque entre la luz y la oscuridad, más allá de los contornos borrosos de las personas, consiguen resaltar algo vago y esquivo: el alma de las personas, el alma de las cosas.
El intercambio entre Paolo Roversi y el sujeto -el modelo, el objeto de diseño, el modelo junto con el objeto de diseño- da lugar a algo que va más allá de la mera descripción de los detalles, más allá de la superficie de las cosas.
El encuentro casi apasionado y sentimental entre una mujer y el sillón Le Club. Un diálogo de líneas perfectas, entre luces y sombras.
El alma del sujeto, el alma del objeto y el encuentro entre ambos. Una afinidad optativa que realza el sillón Jane.
La idea del sofá Saint-Germain, más allá del propio sofá. Una profunda investigación inspirada en la presencia humana.
El retrato de una mujer, el retrato del sillón Curve, el retrato de ambos cohabitando en el mismo espacio.
Una imagen que nace como en un sueño: el sueño de una intimidad perfecta entre la persona y el sofá Brera.
Historia de un encuentro emocional donde el protagonista es el sofá Mondrian.
Un juego de miradas que une al observador, a la mujer y al sillón Wallace.
La armonía de un grupo escultórico: la mujer y la mesa Concorde.
La intimidad relajada que se crea entre el taburete Seattle y la figura femenina.