Una villa radical y arcaica a la vez donde el paisaje se impone también en el interior. Entre el clasicismo y el modernismo, la pureza de las líneas y la materialidad de las texturas, los colores naturales y los acentos brillantes.
En el salón, el protagonista es el sofá. Todo un oasis de confort en el centro de la habitación, es el resultado de la combinación de diferentes elementos para crear un sofá de doble cara, listo para satisfacer las diferentes necesidades de relajación y convivencia.
El comedor está en una posición elevada. En la pared, junto a la gran mesa, hay una composición suspendida formada por muebles de almacenaje cerrados por puertas y vitrinas. Los acabados son preciosos: el tablero de la mesa es de mármol y las sillas están tapizadas en cuero.
El corazón operativo de la cocina es la gran isla central, con una encimera y una campana suspendida. Queda a la vista la función de almacenaje, con vitrinas y respaldos empotrados.
La segunda zona de estar es más íntima y contenida, pero sigue siendo funcional. El sofá en forma de L está diseñado para aprovechar al máximo el televisor. La estantería del sistema del día se transforma en una oficina en casa.
En la zona de descanso, se dedica un amplio espacio al armario vestidor equipado con cajones y estantes suspendidos.
En el dormitorio, la sencillez del mobiliario se ve reforzada por la elección de preciosos acabados, como la cama, tapizada en cuero con trabajo de capitoné.